Dos islas




Hablamos en susurros, para no despertar a los otros, para que los demás no sepan que existimos. Tú me dices: "Está tan solo este universo que siento como un vacío. Estoy segura de lo que soy, pero todo a mí alrededor se desgaja y desvanece".
En mi soliloquio, aunque no me escuches, te respondo: "Cómo es posible que dos extraños en mundos diferentes puedan sentir de un mismo modo? y que sin nunca haberse visto sepan que son iguales?"…
Se siente un vacío a nuestro alrededor, un espacio en silencio que nos desgarra.
"Siento que no soy igual a ellos y que mi alma es extranjera aún entre hermanos. Ni la risa ni el abrazo me hace confiar en aquellos que están a mi lado. Son tan extraños para mí que ya no siento apego, sino intima decepción y rechazo". Es tu voz la que me llega a través de la marea y en la distancia que oculta tu rostro se va construyendo la imagen vívida de mi esperanza en tu recuerdo.
Como en una confesión al oído te respondo: "Yo siento que soy una montaña en medio del océano formando una isla con su cumbre. Ahora ya he dejado de ser montaña y solamente soy una isla solitaria en medio del océano"…
Hay una certeza en el espacio, como algo que se sabe entre dos que se miran a los ojos sin intercambiar palabras: "Es cierto -me respondes- nosotros somos islas que no nos tocamos ni nos vemos. Los dos nos perdemos en la inmensidad del agua que nos rodea pero que no nos cubre ni nos acerca. Quizá las olas que rompen contra mi playa sean las mismas que golpean en la tuya. A través de esas olas y de esa agua te acaricio, pero nunca te podré tocar realmente ni estaré a tu lado".

Acaso pueda el incólume mar separar a dos que son iguales? y la superflua vía de las mareas llenará con su bullicio la distancia para que no lleguen las palabras, para que no se acerquen las esperanzas?

Seguramente, seguramente no hay voluntad que venza tales fuerzas.

Pero no importa, no importa que esté en medio de un océano de nada. Mientras que sepa que estas aquí, en este mismo mar, aguantaré el peso del tiempo y del agua. Y porque vivir es esperar la muerte, yo seguiré esperando, vivo, porque con esta ilusión que es saber que existes nunca sentiré tristeza ni estaré solo.



Rodrigo Conde

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