No puede haber dioses más hermosos que nosotros



El tiempo no para. La materia no tiene demasiada importancia, sólo el instante la vivencia. Y la sufre. El tiempo no para (nada más terrorífico), no quiero que así como desgrano las horas entre los dedos, sin darme cuenta de la fuerza que poseo, termine descubriendo un día que te he pulverizado.
Me pongo de espaldas ante la marea de cronos y descifro el futuro, a tu lado: Estoy contigo, te deseo, me ofende el dolor que te duele y el odio de los que te odian, a la vez que me enfurece constantemente que tengamos cuerpos diferentes. Ese lazo, cruel pero simpático.

Contigo... la eternidad que no se desprende de nuestra soledad y del insaciable retorno del deseo, movilizador de nuestros puños de dioses movedores de océanos.
Gobernando las tres dimensiones que nos enseñaron, imitamos al brahman, en la carne, en la idea, en el alma. Tres dimensiones compartimos y te doy todo lo que tengo en ellas: entre los hombres, entre los caprichos, el hambre; dentro de nuestra inconsciencia, nuestros sexos, recuerdos. Lejos, donde el espíritu es un árbol sin fin que lleva tallados juntos nuestros nombres sagrados. Quiero tu totalidad. Quiero darte mi totalidad. Unirnos al absoluto.

Sin embargo, en el abrazo ahora, cuando más cerca te siento, mi mirada se escapa por otros rincones, miedos, demás impulsos y maneras, evasiones, demonios aparte, gestos dispares. Deseo, lo conoces, nunca se detiene. El acto que lo represente es la menor ignominia frente a este desear que no desaparece. 
No entiendo el por qué del eco interminable de los deseos, no entiendo este querer que no cesa de querer más de lo que quiere. Por qué?, por qué la locura del deseo que no permite afirmarme en ningún paisaje, por qué este delirio de viajante, el caos de la movilidad, lo múltiple, la mutación? Por qué esta lucha contra la vida, contra la sencillez de los ciclos y la naturalidad del designio?

La solución a este acertijo la descubro ahí, en tus ojos, donde el reflejo de lo que soy luce factible de belleza. Una respuesta sólo es posible cuando nos reúne porque sólo cuando estas conmigo logro vencerme: destruir esa cristalería del yo, que es la fortaleza terrible sobre la que se construyen los más grandes crímenes a los que nos arroja la santidad sobrecogedora del placer. Pero una respuesta sería el desenlace aliviador para las historias felices. Felicidad, gran espejismo. Busco, no hay quien pueda socorrerme, no hay antigua sabiduría que valga, no hay libro que me guíe... la respuesta está en mí; la clave, en nosotros; la verdad... en el infinito y la continuidad de su viaje. Respuesta no es un sendero sobre otro, no es la síntesis de nuestra expresión, no es un fin que alcanzar. Respuesta es esto, esta desesperación que nos mueve, este fuego que nos agita como hierba en el viento.

Movilidad. Multiplicidad. Mutación.

No puede haber dioses más hermosos que nosotros... siempre diferentes, siempre renaciendo en múltiples formas, ser, no ser, simultaneidad de la esencia.

Movilidad. Multiplicidad. Mutación.

No puede haber dioses más hermosos que nosotros...

El porqué de la inagotable fuente del deseo sólo puede encontrarse aquí, en esta inextinguible sed de conocimiento, el poder que añoran nuestros espíritus. Placer, conocimiento vivenciado en las tres dimensiones: en la carne, en la idea, en el alma.

Juntos, el placer de nuestras totalidades...

No tengas miedo, hay muchas totalidades que gozar. No tengas miedo, siempre volveremos a nuestra cueva cuando estemos agotados de sabiduría. No tengas miedo, los actos no destruirán lo que no han hecho los pensamientos. Ríe conmigo y libera tus sueños sin preocuparte... nada puede destruirnos.

Los demás no lo saben, tú pronto descubrirás que ya lo sabías: No puede haber dioses más hermosos que nosotros...  Somos inmortales, somos indestructibles.






Rodrigo Conde

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