El veneno y la serpiente



Cada palabra tuya desencadena una reacción en mi cuerpo. Los sonidos se deslizan entre los labios y son como un siseo constante en el oído. Tu boca entreteje las vocales y la saliva, hilvanándolas con la lengua. Tu cuerpo se mueve al ritmo de cada frase, como siguiendo el compás de alguna música negra. Así vas enredándome, confundiéndome, atrapándome…
Como soy un incauto, me dejo llevar. Voy avanzando por la espesura sin mirar atrás, hasta que de pronto me doy cuenta que estoy en lo profundo de la selva, rodeado de árboles, enredaderas y una maleza interminable. 
Perdido como estoy, me aferro a la esperanza de seducirte, para que tú seas mi guía. Te tengo tan cerca y es tan simple alcanzarte, que avanzo directo, sin reparos. Tú vas girando en torno a mí, haciendo que mis ojos se muevan de un lado a otro. Trato de abrazarte y te me escabulles, te me escapas de las manos como una serpiente que deja su veneno y se esconde entre las hojas. 
Me has mordido y no me di cuenta. Tu veneno está en mí, mujer, ya no puedo sacarlo. Me escuece por dentro y no puedo aliviarme. Te busco en la selva, ahora estoy envenenado y sólo tú eres el antídoto, la cura.

Dicen que vivíamos en el paraíso y que no había pecado, pero algo nos faltaba. Es verdad que dios es bondad, fue quien creó al hombre y luego soltó la serpiente.



Rodrigo Conde

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares