Un sólo deseo


No pienso publicar esta poesía en ningún libro, no pensaba ni siquiera publicarla aquí. Creo que sería mejor escribirla en un papel y meterla en una botella, para enterrarla como se entierran los muertos. Pero la publico porque creo que la poesía, aunque nació de ideas y sentimientos que son míos, ya no me pertenece, pertenece a quien le puedan servir sus palabras. 
Hay una especie de energía en las palabras, ese aspecto sagrado que les otorga una forma de alma. Las palabras emergen de la vida y siguen viviendo, mientras haya otros que las sustenten. Yo las suelto, las saco de adentro de mí, porque peco muchas veces, pero jamás cometeré el peor de los pecados: el silencio.



Un sólo deseo



Me encontré una antigua amante por la calle
y comenzamos a charlar, recordando nuestras aventuras
y los desmanes que montábamos en los hoteles
Me besó sonriendo
pero apartó sus labios inmediatamente:
“estas helado, como si estuvieras muerto por dentro”, me dijo

Unos amigos me llevaron de excursión por los bares
y el vino trajo consigo la carcajada y la lujuria,
me llevaron a una casa 
que siempre tiene las ventanas cerradas,
una mujer que no conozco me desnudó
y después de estar un tiempo debajo de mí se largó a llorar:
“aléjate, por favor, siento como si estuviera con un fantasma”

Mi mirada ya no está llena de deseo
Mis ojos ya no buscan para todos lados
Mis manos no quieren tocar todo lo que encuentran
Mi cuerpo está perdido en un mundo en el que nada le pertenece

Ya no soy un buscador, tengo un solo deseo
Ya no soy un voyeur, hay una sola imagen tatuada en mis iris
Ya no quiero palpar corazones desconocidos, he descubierto que hay uno 
que tenía mis huellas antes de que yo naciera
Mi cuerpo no tiene alma, la dejé en una cama, la última vez que dormí contigo

Por eso ya no duermo, no quiero dormir,
recorro la lista de nombres de las mujeres que tuve
tratando de encontrar alguna que me genere algún deseo
que no me lleve irremediablemente a ti

No duermo, ya no quiero dormir,
sé que apenas me abracen los sueños
tú estarás ahí, burlándote de mí
corriendo desnuda por habitaciones interminables
feliz de que, incluso ahí, tampoco te pueda alcanzar

La última vez que dormí 
apareciste en mi habitación y me quitaste la ropa
como si fuera un niño pequeño,
me lamiste el torso y subiste hasta mi oído
para susúrrame, muy suave, muy suave:
“ámame, Rodrigo, ámame con toda desesperación
ámame -como siempre- con todo tu ser,
porque esta es la última vez que me podrás amar”

Durante el día, que ya no tiene plural
porque todo es un único encierro sin pausa, 
te veo despertar y desayunar
tratando de ordenar una cama siempre deshecha
preparándote para ir al trabajo
siempre apurada y hermosa
Ya no sé si es que te imagino
o es que realmente te veo, en tu casa
como si fuera a visitarte, igual que un alma en pena

Ya no sé si estoy loco
y el veneno que se apoderó de mis venas
no es amor, sólo locura
Por eso ahora me gusta rodearme de dementes,
de desequilibrados, de seres completamente irracionales
para compararme
y saber si no soy igual a ellos

No importa lo que escriba
siempre suelo decir algo esperanzador al final,
porque más allá de todas mis fallas, estoy lleno de fe
Aquí está la parte de esperanza que me toca decir:
aunque estamos sumergidos en la más profunda soledad
sé que no soy igual a los locos que están a mi alrededor,
yo tengo amor en mi corazón
ellos morirán solos
yo moriré con mi amor



Rodrigo Conde

Comentarios

Entradas populares