No estamos sanos, pero somos fuertes



Tenemos la sensación de que cualquier día de sol puede aparecer una tormenta; de que en cualquier esquina, en la noche, nos puede llover una bala, y es algo que pasa, a uno de cada mil habitantes, pero todos tenemos ese mismo miedo al cruzar las esquinas. Crecemos en la mugre de la ciudad, con el humo de los coches y rodeados de miles de artefactos que nos incuban con su radiación y sus transmisiones estúpidas, 24 horas al día, por TV, radio, diarios, revistas e internet, convenciéndonos de que somos mercancías que tienen que ser vendidas y que no somos nada si nadie nos compra.
Nos enseñan a mentir, a despreciar, a odiar al otro, a traicionarlo, a lastimarlo. Nos dicen que el otro, que es diferente, es nuestro enemigo y hay que alejarse de él. Pero no, pese al cáncer que crece dentro nuestro y que sabemos que terminará matándonos, seguimos uniéndonos y reproduciéndonos, seguimos haciendo arte, seguimos teniendo sueños, porque es verdad: no estamos sanos, pero somos fuertes. 




Rodrigo Conde

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