Dalits: cultivadores, atrapadores y basureros




Pronto publicaré la novela de ciencia ficción Dalits Ardor. Este es un pequeño resumen sobre los dalits, que son los habitantes del desierto de Tabernas, del que no pueden escapar... 

Están organizados en tres grupos sociales: cultivadores, atrapadores y basureros. 

Los cultivadores son los encargados de mantener las exiguas cosechas que tienen en la región, una tarea muy difícil dada la escasez de agua. Los meses de verano son ardientes, con temperaturas de hasta cuarenta grados, por eso los dalits han decidido consumir toda la cosecha de verduras y frutos en junio, ya que necesitarían demasiada agua para mantener sus cultivos. Los siguientes meses sobreviven principalmente gracias a la carne de conejo. 

Los atrapadores eran cazadores al principio, pero varias décadas atrás el consejo de líderes determinó que se dediquen principalmente a atrapar animales y criarlos, como una forma más inteligente de administrar sus recursos. Principalmente crian conejos, que son más fáciles de mantener en cautiverio. Siguen cazando lirones, erizos y musarañas, que son bocados modestos. 
También comen culebras, lagartijas y lagartos ocelados, si no hay más remedio, pero prefieren hacer eso antes que matar pájaros, que todos en el pueblo aman y cuya caza está prohibida por el consejo, salvo en caso de extrema necesidad. 

A diferencia de los atrapadores y cultivadores, que colaboran estrechamente, los basureros trabajan solos y les gusta mantenerse distantes, alimentando su aura de misterio. Son un grupo reducido, porque son pocos los dalits que quieren pasar tantas horas caminando solos por la región, en busca de los restos de basura de la civilización, que se han vuelto verdaderos tesoros para ellos. 
Había más abundancia de basureros en las primeras décadas, pero fueron mermando a medida que pasaron los años y cada vez se encuentra menos basura. Los hijos de los basureros pocas veces se convierten en basureros, por eso se trata de un grupo envejecido y escaso, lo que aumenta su valor. 
Además, en su afán por encontrar basura, muchos se alejaron demasiado de los límites geográficos tácitamente establecidos y cayeron en las trampas escondidas en las zonas más alejadas y en ciertos puntos estratégicos de la región. Los dalits dicen que son trampas especiales, «que no matan, pero hacen desaparecer», ya que nunca se encuentran los cadáveres.



Rodrigo Conde




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